París, la Ciudad de la Luz, es mucho más que una ciudad europea que está de moda. Para el viajero que busca empaparse de su esencia, la capital francesa ofrece un abanico de posibilidades tan vasto como sus avenidas arboladas. Olvídate de los clichés que la limitan a la boina y el café, porque París es una urbe que sorprende, divierte y, en ocasiones, incluso desconcierta con su encanto inigualable.

Después de haber visitado la ciudad en varias ocasiones, he creado una selección de los diez planes imprescindibles para aquellos que deseen descubrir la verdadera alma de París. Prepárate para un recorrido que te llevará desde las alturas icónicas hasta los callejones más íntimos.

Visitar la Torre Eiffel: el símbolo de París

No hay postal de París que no la incluya, ni viaje a la capital francesa que se precie sin una visita a la Torre Eiffel. Diseñada por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889, esta estructura de hierro forjado de 330 metros de altura no solo es un prodigio de la ingeniería, sino también el corazón latente de la ciudad. Al principio, algunos parisinos la consideraron una monstruosidad efímera; hoy, es una de las estructuras más visitadas del mundo, un testimonio de cómo la visión puede trascender las críticas iniciales.

Ascender sus entrañas es una experiencia en sí misma. Ya sea por ascensor o, para los más valientes, subiendo sus 674 escalones hasta el segundo piso, las vistas panorámicas son simplemente sobrecogedoras. Desde allí, el Sena serpentea, los tejados grises se extienden infinitos y los monumentos más icónicos de la ciudad se revelan en una perspectiva única. Es recomendable reservar las entradas con mucha antelación para evitar las largas colas, a menos que disfrutes de la meditación en compañía de miles de personas. Y aquí va una curiosidad: la Torre Eiffel puede variar su altura hasta 18 centímetros, ¡dependiendo de la temperatura! El hierro se expande con el calor, demostrando que incluso las estructuras más rígidas tienen su propio «humor».

Disfrutar de la magia de Disneyland Paris

Puede que no esté en el centro de la ciudad, pero Disneyland Paris es una parada obligatoria para muchos, especialmente si viajan en familia o si simplemente se niegan a dejar morir al niño que llevan dentro. Situado a unos 32 kilómetros al este de la capital, este resort ofrece una inmersión total en los mundos de fantasía de Disney y Pixar. Es un contrapunto delicioso a la sobriedad parisina, un lugar donde la arquitectura gótica se cambia por castillos de cuento de hadas y la sofisticación culinaria por la diversión de los snacks temáticos.

Dos parques, Disneyland Park y Walt Disney Studios Park, prometen aventuras para todas las edades. Desde el icónico Castillo de la Bella Durmiente hasta las emocionantes atracciones de Star Wars y Marvel, la magia está garantizada. Aquí el «toque divertido» es casi inherente: ver a un adulto llorar de emoción al abrazar a Mickey Mouse es una escena tan común como un croissant en una boulangerie. Es un recordatorio de que, a veces, la felicidad más pura se encuentra en la más pura fantasía. La curiosidad es que Disneyland París es el destino turístico más visitado de Europa, lo que demuestra que la magia tiene un poder de convocatoria universal, incluso en el continente de la cultura y la historia.

Si has llegado hasta aquí, es posible que también te interese leer esta completa guía con todo lo que necesitas saber para organizar un viaje perfecto a Disneyland Paris.

Si quieres que los peques aprendan y se entretengan durante vuestro viaje a la capital francesa, te recomiendo que le eches un vistazo a nuesto cuaderno de viaje de París. Si te gusta, recibirás al momento un PDF para que lo imprimas las veces que quieras y en el formato que más de guste.

Explorar el Museo del Louvre y su impresionante colección

El Museo del Louvre no es solo un museo; es una institución, un laberinto de arte e historia que alberga algunas de las obras maestras más célebres de la humanidad. Ubicado en el antiguo Palacio del Louvre, este colosal museo necesitaría días, o incluso semanas, para ser explorado en su totalidad. Su icónica pirámide de cristal, diseñada por I.M. Pei, es en sí misma una obra de arte moderna que dialoga con la arquitectura clásica del edificio.

Desde la enigmática sonrisa de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci hasta la imponente Venus de Milo y la dramática Victoria Alada de Samotracia, cada sala es un testimonio del genio creativo humano. 

Un consejo: no intentes verlo todo en un solo día; es una receta para el agotamiento cultural. Mejor selecciona unas pocas alas o temas que te interesen y disfruta de la experiencia. El Louvre es tan vasto que si uno pasara solo 30 segundos admirando cada una de las 35.000 obras expuestas, tardaría más de 100 días en verlas todas, ¡sin parar ni un segundo!

Pasear por Montmartre y descubrir su encanto bohemio

Alejándose del bullicio del centro, la colina de Montmartre ofrece una perspectiva diferente de París. Este barrio, con sus calles empedradas, sus artistas callejeros y sus vistas panorámicas, es un remanso de encanto bohemio que ha inspirado a innumerables pintores, escritores y músicos. La joya de la corona es la Basílica del Sacré-Cœur, cuya blancura resplandeciente domina el skyline parisino.

Subir sus escaleras (o tomar el funicular, si quieres ahorrarte el esfuerzo) es una peregrinación hacia un lugar donde el arte parece flotar en el aire. La Place du Tertre, con sus pintores retratistas y caricaturistas, es un espectáculo en sí misma, aunque recomendamos agudizar la perspicacia para distinguir a los talentos genuinos. Es fácil dejarse llevar por la atmósfera, imaginando a Picasso, Van Gogh o Renoir deambulando por estas mismas calles.

Recorrer el Barrio Latino, el corazón intelectual de París

Si Montmartre es el alma artística, el Barrio Latino es el corazón intelectual y vibrante de París. Hogar de la Sorbona y otras prestigiosas universidades, sus calles respiran historia académica, con librerías antiguas, cafés con solera y una efervescencia juvenil constante. Su nombre se debe a que, durante la Edad Media, el latín era el idioma de estudio en las universidades de la zona.

Aquí podrás pasear por los Jardines de Luxemburgo, un oasis de tranquilidad donde los parisinos disfrutan del sol, juegan al ajedrez o simplemente leen un libro. También puedes visitar el Panteón, un monumento neoclásico que alberga las tumbas de ilustres figuras francesas como Voltaire, Rousseau, Victor Hugo y Marie Curie. 

Las calles estrechas del Barrio Latino están repletas de pequeños restaurantes y bares donde el ambiente es animado y la conversación fluye libremente. Es el lugar ideal para sentirse parte de la vida parisina, observando a los estudiantes debatir acaloradamente o a los intelectuales enfrascados en sus pensamientos. 

Disfrutar de un crucero por el Sena al atardecer

París es una ciudad que se contempla de muchas maneras, pero pocas tan mágicas como desde las tranquilas aguas del Sena. Un crucero al atardecer ofrece una perspectiva completamente diferente de los monumentos más icónicos de la ciudad, bañados por la cálida luz dorada del ocaso. Es una experiencia que combina la relajación con la grandiosidad arquitectónica.

Los Bateaux-Mouches y otras compañías ofrecen recorridos que pasan bajo puentes históricos como el Pont Neuf (el más antiguo de París, aunque su nombre signifique «puente nuevo») y el Pont Alexandre III, una joya de la Belle Époque. Todos ellos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Ver la Torre Eiffel encenderse y parpadear con miles de luces al caer la noche es un espectáculo inolvidable que evoca romanticismo puro. Es uno de esos momentos en los que uno se permite suspirar y decir: «Esto es París». 

Descubrir la majestuosidad de la catedral de Notre Dame

La Catedral de Notre Dame de París es un símbolo inquebrantable de la resiliencia y el patrimonio francés. La majestuosidad de esta obra maestra de la arquitectura gótica es palpable, y su silueta, una referencia en el Île de la Cité.

Después de una intensa restauración tras el incendio de 2019, el templo ha reabierto sus puertas y pueden volver a contemplarse sus intrincadas gárgolas, sus rosetones espectaculares y su imponente tamaño. Durante siglos ha sido el escenario de coronaciones, funerales y momentos clave de la historia de Francia. La formalidad de su estructura contrasta con la curiosidad de sus pequeños detalles, como los cientos de figuras esculpidas que narran historias bíblicas y populares.

Visitar el Palacio de Versalles y sus jardines

A las afueras de París, en la ciudad homónima, se encuentra una de las manifestaciones más opulentas del poder y la riqueza de la monarquía francesa: el Palacio de Versalles. Esta antigua residencia de los reyes de Francia, especialmente de Luis XIV, el «Rey Sol», es una exhibición deslumbrante de arquitectura barroca, arte y diseño de paisajes. Requiere un viaje de medio día o un día completo, pero la recompensa es un viaje fascinante a un mundo de excesos y esplendor.

Recorrer la Galería de los Espejos, con sus diecisiete grandes arcos reflejando la luz del exterior, es una experiencia casi mística, donde uno puede imaginar los bailes y las intrigas de la corte. Los apartamentos del Rey y de la Reina, ricamente decorados, ofrecen una visión íntima de la vida real. Pero quizás la verdadera joya de Versalles sean sus jardines, diseñados por André Le Nôtre. Con sus fuentes ornamentadas, esculturas clásicas, laberintos y parterres impecablemente cuidados, son una obra maestra de la jardinería francesa. 

Degustar la gastronomía parisina en un bistró local

París sin su gastronomía sería como un cuadro sin color. La experiencia culinaria en la capital francesa es tan fundamental como visitar sus monumentos. Alejarse de las trampas para turistas y adentrarse en un bistró local es la mejor manera de saborear la auténtica cocina parisina y francesa. Aquí la formalidad se relaja un poco, dando paso al disfrute sensorial.

Imagina un plato de escargots bañados en mantequilla de ajo, un coq au vin o un boeuf bourguignon cocido a fuego lento, o un steak frites perfectamente sellado. Acompáñalo con un buen vino de la región y termina con un crème brûlée o una tarte Tatin. La clave está en buscar esos pequeños establecimientos con manteles de cuadros, un menú escrito a mano en una pizarra y un ambiente animado con clientes locales. 

Pasear por los Campos Elíseos y llegar al Arco de Triunfo

Terminamos nuestro recorrido por la Avenida de los Campos Elíseos, quizás la avenida más famosa del mundo. Se extiende majestuosamente desde la Place de la Concorde hasta el imponente Arco de Triunfo, una distancia de casi dos kilómetros. Es un lugar de contrastes, donde las boutiques de lujo se mezclan con cines, restaurantes y tiendas de marcas internacionales.

Caminar por los Campos Elíseos es ser parte del pulso de la ciudad, un escaparate de la moda, el glamour y la historia. La formalidad se impone por la grandiosidad del lugar, pero hay un toque divertido en la diversidad de gente que la transita: desde turistas con cámaras hasta elegantes parisinos y fashionistas en busca de las últimas tendencias. Al final de la avenida, el Arco de Triunfo se alza como un monumento a las victorias militares francesas, con la Tumba del Soldado Desconocido bajo su bóveda. Ascender a su cima ofrece una de las mejores vistas panorámicas de París, con las doce avenidas que confluyen en la Place Charles de Gaulle (antes Place de l’Étoile) formando una estrella perfecta. 

¿Sabías que el Arco de Triunfo fue encargado por Napoleón Bonaparte en 1806 para conmemorar sus victorias, pero no lo vio completado? Fue inaugurado 30 años después de su muerte.

París es una ciudad que se vive con todos los sentidos. Desde la monumentalidad de la Torre Eiffel hasta la intimidad de un bistró, cada experiencia contribuye a tejer un tapiz de recuerdos inolvidables. Esperamos que esta selección de diez planes te sirva de guía para descubrir la magia de la Ciudad de la Luz, una urbe que, a pesar de su solemnidad histórica, siempre guarda un guiño, una curiosidad o una sorpresa para el viajero atento. ¡Bon voyage!